sábado, octubre 14, 2006

Sueño atrasado

Poco a poco me voy acostumbrando a los nuevos horarios, lo que llevo peor no es levantarme a las cinco y media de la mañana, aunque cuando los bajitos se despiertan mucho si que me cuesta. Lo que me supera es aguantar toda la tarde sin caer rendida, porque a las seis de la tarde estoy que me caigo por los rincones. Eso que llego a casa hacia las dos y media, excepto los jueves que recojo a Daniel a las tres y media en la guardería porque me queda de paso, y como sobre las cuatro para salir corriendo a buscar a Pablo al cole porque se monta el lío padre para salir de allí con tantos padres y una calle sin salida. No consigo acostarme muy pronto, sobre las once la mayoría de los días y eso que los bajitos caen redondos a las nueve (ya era hora ;), pero que si recojo algo la casa, si preparo tareas para el día siguiente en clase y después me ducho se me hace siempre tardísimo.

Con semejante panorama he decidido, con mucha pena, que este curso no seguiré yendo a clases de patchwork, ya no sólo por las dos horas semanales en las que estaría cayéndome sobre la máquina de coser, si no porque no iba a poder dedicarle nada de tiempo en casa y los proyectos se me hacen interminables (tengo una larga lista de ellos). Todavía no se lo he comunicado a Betina, supongo que ya se lo imagina porque no he pasado por allí y tengo que ir para comprar un ribete para la manta de Alma y terminarla de una vez. La nena ya nació, hace quince días ya y no le he llevado el regalo, menos mal que todavía hace bastante calorcito por aquí y no la echará en falta. Creo que me dedicaré a las dos agujas o el ganchillo, que se pueden hacer en cualquier parte y en cualquier momento y dejaré el patchwork para el próximo verano.

Otra de las razones para decidirme a no ponerme tareas extras por las tardes es que este año tenemos que hacer, además de dos horas cada mes por la tarde en el centro y las evaluaciones reglamentarias, en cada trimestre dos días más por evaluaciones sin notas. Para los que vivimos lejos del centro de trabajo, que somos muchos, supone quedarse todo el día allí y regresar sobre las ocho de la noche, para volver a repetir al día siguiente. Pueden imaginarse el trote de esa semana, para el arrastre. Como he ganado unos kilitos en verano, no me sirve la mitad de la ropa, no tengo ni que hacer regimen, que no creo que lleguen a Diciembre (así hacen hueco a los que vendrán en Navidades). Ya les contaré la experiencia porque esta semana entrante me tocan dos días así, para hacer boca sobre el día de visita de padres que vendrá en la siguiente semana.